Los dos últimos torneos de WPT (el Vigo Open y el Marbella Master) nos dejaron distintas situaciones que, aunque fueron muy diversas, a su vez comparten una similitud: cómo los aspectos externos al juego influyeron en la competición para ciertos jugadores. Antes de explicarlo y ver cómo superar las distracciones externas para mantener la concentración, vamos a hacer un poco de memoria.
En los cuartos de final del Vigo Open, vimos dos situaciones desacertadas de Fernando Belasteguín: la primera con el micrófono de su banquillo, y la segunda con uno de los chicos que se encargaban de recoger las pelotas de juego. En el Marbella Master, se dio la desagradable experiencia de Paquito Navarro con un aficionado, y las quejas por las condiciones de la pista de juego del mismo Paquito y también de Alejandro Galán.
Como apuntaba al inicio del artículo, todas estas situaciones tienen un aspecto en común: son aspectos externos al juego que lo afectan, desviando el foco de atención del deportista de aquello que es lo más importante, el partido. Alguien podría decir que las condiciones de la pista sí afectan al juego y, si bien tendría razón, lo he agrupado junto a los demás ejemplos por el mero hecho que estas condiciones afectaban a todas las parejas por igual, no era exclusivo para ciertas parejas. No voy a valorar cómo fue la gestión de la situación por parte de estos jugadores, no me toca y tampoco creo que sea la fuente de interés de este artículo. Lo que sí voy a hacer es valorar desde fuera cómo pueden repercutir sus acciones en este tipo de casos.
Así afectan las distracciones al juego durante un partido de pádel
Cuando trabajo este tipo de situaciones con deportistas, lo primero que les pregunto es qué intención tenían en ese momento a la hora de realizar esas acciones. Para mí, esto es fundamental. Saber qué quiero con cada acción y, posteriormente, ver qué consecuencias positivas y/o negativas tiene es muy necesario.
Por ejemplo, Fernando Belasteguín podía tener diversas intenciones cuando apartó y desconectó el micrófono: desquitarse emocionalmente porque el partido no le estaba yendo bien, evitar que pudieran ser escuchados, ganar más espacio para él, o precisamente no pensó y reaccionó como le salió en ese momento. Pasando al ejemplo de Paquito cuando se quejó del aficionado, sus intenciones podrían ser desde conseguir que echaran a esa persona por estar increpándolo, sacar a relucir su disconformidad o su agobio debido a esta persona, etcétera.
Si supiéramos estas respuestas, lo siguiente sería preguntarse: ¿qué consiguieron? Cuando se quejaron de estas situaciones, ¿se desquitaron de sus emociones negativas y pudieron volver estando adecuadamente anímicamente, siguieron igual, empeoraron su situación anímica…? Las respuestas a esta segunda pregunta son las que nos permitirán saber qué acciones fueron positivas o negativas para ellos.
En este sentido, cuando vi estas situaciones desde casa, no pude evitar pensar en algunos deportistas con los que trabajo. Imaginé quiénes se hubieran desconectado del partido al reaccionar de esta manera (p.e., quejándose de la pista, golpeando el suelo con la pala, increpando a un recogepelotas) y quiénes se habrían desquitado y, una vez sacado de dentro su enfado, hubieran podido jugar otra vez con la atención de lleno en el juego. Y es que, como he dicho antes, no hay una manera ideal de afrontar estas situaciones, sino una forma más adecuada según cada persona.

En el caso de los deportistas del primer grupo (los que hubieran desconectado durante el partido), les suelo recomendar que en todo momento se focalicen en lo que depende de ellos, sin desviar la atención hacia aspectos externos, ya que les condicionan negativamente; además, un buen momento para que se dejen ir es, precisamente, al final del partido, ya en frío y en privado. En el caso del segundo grupo, no es ni fácil ni habitual que los deportistas se puedan quejar o enfadar sin que esto les afecte negativamente en su rendimiento, pero hay casos especiales. A ellos, les digo que se contengan cuando la queja es innecesaria o excesiva, pero sí que trabajamos que cuando consideren que algo les está a punto de superar emocionalmente o que es demasiado intenso, que se puedan desquitar y dejarlo ir (siempre dentro de unos límites de reglas y ética) si esto les permite volver a estar con calma y con la atención en lo importante.
En este sentido, la actuación de Paquito Navarro cuando se quejó ante las cámaras de las condiciones de la pista del Marbella Master fue decir, ante Federico Chingotto, “es la peor pista del año. (…) Vamos a luchar contra eso y vamos a intentar jugar lo mejor que se pueda”. Solo con esta frase se pueden apreciar bastantes detalles muy importantes: 1) destacaba una realidad, que es que la pista no estaba en condiciones adecuadas; 2) en vez de victimizarse ante esta situación, se animó a sí mismo y a su compañero a esforzarse a pesar de este problema; 3) el foco estaba en lo que ellos podían controlar que era, precisamente, intentar darlo todo y jugar lo mejor posible. Este mensaje va en relación a lo que comenté con mi primer artículo sobre los pensamientos funcionales: en vez de quedarnos con la parte disfuncional, que nos condiciona negativamente en nuestro bienestar y rendimiento, es valorar la parte funcional, para poder afrontarlo lo mejor posible emocionalmente y pudiendo rendir mejor.
Cómo superar las distracciones y mantener la concentración en el pádel
Por todo ello, mis conclusiones de todos estos ejemplos son las siguientes:
- Nunca sabemos con total garantía cómo vamos a reaccionar ante ciertas situaciones de dificultad (p.e., el micrófono, la pista, el aficionado), y más cuando éstas se dan cuando nosotros estamos con un estado emocional negativo (p.e., enfado, dudas, miedo). Equivocarnos o vernos superados de vez en cuando es comprensible, es imposible actuar siempre a la perfección en todo.
- Aunque no podemos ser perfectos, sí podemos disponer de más (o mejores) herramientas para afrontar este tipo de situaciones. Por ello, aunque es mucho más fácil decirlo que hacerlo, mi aportación a los deportistas en este tipo de situaciones es que, antes de dejarse llevar por sus emociones, intenten valorar qué buscan con sus acciones y, según esto, conjuntamente estipulamos qué tipo de acciones les puede venir mejor según su personalidad y su gestión emocional.
Por último, quiero hacer especial hincapié en el hecho que he utilizado estos 4 ejemplos anteriores porque se dieron recientemente y porque justamente compartían un aspecto común (el hecho de ser un foco externo), pero que en ningún momento he dejado entrever que estos jugadores no sepan gestionar correctamente sus emociones. Estas semanas les pasó a ellos y quizás en las próximas a otros jugadores.