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Cómo afecta la temperatura al pádel: así puedes combatir el clima

Podemos pensar que cuando hace más calor o frío durante la práctica de un deporte solo nos afecta a nosotros, algo que se denota en la sudoración o en el desgaste energético. Pero no tenemos tan en cuenta que los materiales o el entorno que utilizamos para esa disciplina también sufren esos cambios, mucho más de lo que parece en un principio. Por eso, vamos a explicarte cómo afecta la temperatura al pádel, especialmente a todo lo que te rodea cuando practicas este bello deporte.

Así es como afecta la temperatura al pádel

Las bolas nuevas o muy usadas, las palas con diferentes gomas y durezas, la ubicación de la pista… todo esto se puede ver influido por los cambios en el termómetro. Si entendemos bien cómo funciona y los cambios que sufren ante las inclemencias del tiempo, vamos a poder sacar ventaja sobre nuestros rivales. No entenderlo supone el vaticinio de pasar muchas dificultades en el partido.

La pala de pádel

just ten pádel

Como ya sabemos, existen palas con gomas más duras y otras palas con gomas más blandas. Las palas con goma blanda suelen tener una mayor salida de bola que las palas con gomas más duras. Que el estado de las mismas cambie en función de la temperatura depende de un factor puramente químico. Y es que las palas de pádel tienen en su interior la resina epoxi.

Una de las características principales de la resina epoxi es la Tg (temperatura de transición vítrea), parámetro de transición que hace que cambie el comportamiento de este material; entendiendo la Tg como el punto intermedio entre el estado fundido y el estado rígido de la resina epoxi. Para que te hagas una idea, las palas de pádel se moldean a una temperatura aproximada de unos 60-70 grados en el horno.

Esto significa que si expones tu pala de pádel a altas temperaturas de calor, más cerca estará este material de aproximarse a su estado fundido y, por tanto, de perder determinadas propiedades mecánicas. El calor puede provocar que la pala sea más blanda y que también pierda elasticidad y resistencia.

Con la llegada del frío, la salida de bola de las palas disminuye, por lo que el jugar con una pala más blanda nos va a facilitar golpear la pelota y que esta salga en las mejores condiciones. En cambio, con la llegada del verano y del calor sucede lo contrario, la salida de bola de nuestra pala aumenta y nos resulta más sencillo golpear la pelota.

Estado de las bolas

Más allá de contar con bolas en un estado decente para los partidos, el clima también tiene algo que decir para que su comportamiento sea uno u otro. En invierno, cuando las temperaturas son bajas, la presión de las pelotas de pádel disminuye haciendo que la pelota corra menos. Por tanto, nos resultará más complicado imprimirle fuerza y velocidad a nuestros golpes. Para tener menos problemas, intenta jugar con pelotas nuevas o con modelos que tengan mayor presión en su interior.

En el verano ocurre lo contrario. Con el calor la presión de las pelotas de pádel aumenta y la pelota corre más, está más viva. Nada tiene que ver un buen remate cuando se hace en verano con buena temperatura exterior que en invierno con frío. La bola va a salir mucho más en verano y nos va a resultar más fácil traérnosla a nuestro campo o sacarla x3. Al contrario de lo que pasa en invierno, es recomendable jugar con bolas de baja presión para que el partido no se convierta en un bombardeo de bolas aéreas.

La pista también cambia

bola huevo

El estado de la pista no solo está condicionado porque se juegue indoor o outdoor, haciendo que la pista sea más o menos rápida. La cosa no queda ahí, porque también sufre el cambio de temperatura, del cual nos tenemos que adaptar para sacarle el máximo partido. Más por los cristales que por la moqueta, aunque ambas superficies lo notan en cantidad.

Cuando el termómetro baja, tanto los cristales como la moqueta de la pista cogen humedad, aunque más concretamente el cristal se contrae con el frío. Eso provoca que el pelo de la bola se adhiera más a la superficie, quedándose más pegada y que no corra tanto por la pista. Por el otro lado, cuando llega el calor, pasa todo lo contrario. El cristal coge temperatura y se dilata, además de la moqueta, que está mucho más seca. Todo eso hace que la bola corra más y que el juego sea mucho más rápido.

Acerca del autor:

Christian Ruiz

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